El Bernabéu entra en pánico

El Madrid ha entrado en pérdida y el Bernabéu ha entrado en pánico. La excepción fue San Mamés y la norma, Elche, Vallecas, Girona y el fracaso ante el Celta. Queda la impresión de que el equipo es un grupo plano arracimado en torno a Mbappé, cuyos goles son un enmascarador de crisis. Si se toma el día libre no hay alternativa. Durante más de una hora fue inferior a un Celta valiente, bien estructurado, estupendo en defensa y con llegada en ataque.
Solo cuando se quedó con diez apareció ese equipo que espera el estadio, desordenado, pero con arrebato y vergüenza torera. Esta vez la carga final no le salió y abandonó el partido cuatro puntos por debajo del Barça y con el City a las puertas. Si partidos así no cuelan en la Liga, en la Champions pueden abrir heridas sangrantes.
Xabi quiso jugar dos partidos en uno. Entendió que el huracán Haaland necesitará al mejor Rüdiger el miércoles y se quiso ahorrar al alemán, que ya fue eficaz centinela del noruego en duelos anteriores. Tuvo que meterle a los 22’, cuando Militao cayó en acto de servicio. Un esprint para quitarle un gol a Pablo Durán acabó en una presumible rotura muscular. La defensa del Madrid da para levantar un centro de salud dentro del estadio.
Tampoco quiso Xabi afligir más a Valverde poniéndole donde no le gusta. Al menos frente al Celta, quizá el miércoles sea otra cosa. Así que dos de los cuatro defensas se vieron obligados a salir de su zona confortable: Asensio fue lateral derecho y Carreras, central. El gallego sufrió mucho en Atenas en esa posición, especialmente cuando el Olympiacos tiró de juego aéreo. Todos volverán a su puesto para la Champions y posiblemente también Camavinga, que tocado en un tobillo empezó en el banquillo. Eso provocó una nueva coincidencia en el once de Bellingham y Arda Güler, futbolistas del mismo palo y no siempre compatibles.
El Celta es un equipo de fabricación propia, aunque la cuota de canteranos para la ocasión se redujo mucho (cuatro en el once inicial), y libre de complejos. Acudió a quitarle la pelota al Madrid desde muy arriba, al principio con cierto éxito. Giráldez debió explicar en el vestuario que encerrarse en el Bernabéu es lanzarse de cabeza a un sarcófago. Así que su equipo tuvo una salida de pelota alegre gracias al buen pie de la mayoría de sus futbolistas y a la presión distendida por parte del Madrid. A ese plan ambicioso parece haber renunciado ya Xabi Alonso, no por infidelidad hacia sí mismo, sino por convencimiento de que esta plantilla, por falta de costumbre, de voluntad o de perseverancia, no está hecha para esto.
La lesión de Militao
El dominio inicial del Celta no fue impostado sino real, con un grupo numeroso de jugadores colaborando en la ofensiva y con Bryan Zaragoza, un revoltoso habitual, retando permanentemente a Asencio, más vulnerable en la banda que en el centro, aunque la primera ocasión fuese del Madrid. No tuvo mucha ciencia: un cabezazo de Militao, antes de la lesión que congeló al Bernabéu, a la salida de un córner que paró Radu con medio cuerpo dentro de la portería.
El Madrid se conducía con extrema frialdad, circunstancia recurrente durante todo el curso: empacho de toque, ausencia de desmarques, velocidad reducida en todos los tramos de su ataque, poca participación de sus futbolistas con desborde y tiros absurdos, por su lejanía, de Asencio y Rüdiger. Aquel juego farragoso mantenía en silencio de castigo al Bernabéu, al que habían prometido noches de rock, de las metafóricas, que las literales ya las habían tumbado los recursos vecinales ante la justicia. Las unas y las otras siguen en el aire.
Solo en los minutos finales de la primera mitad se registró actividad en las áreas. Arda Güler se encontró en el mejor sitio, pero con la pelota por detrás del cuerpo. Pablo Durán respondió de inmediato, pero los mano a mano ante Courtois se han puesto carísimos. Y Radu, antes del ecuador, le sacó un tiro cruzado a Vinicius.
El golazo de Williot
La cosa empeoró para el Madrid con un fabuloso toque de espuela de Williot tras pase de Bryan Zaragoza que acabó en el 0-1. Un final feliz a una extraordinaria jugada coral. Uno de los goles del año por la ocurrencia y por la precisión. El Bernabéu ya no supo contenerse: una larga posesión del Celta tuvo como banda sonora una estruendosa pitada del público, que pasaba del aburrimiento a la indignación.
Ese ataque de nervios se extendió al campo. En un minuto, Fran García se llevó dos amarillas, ambas por impotencia, y dejó a su equipo a 25 minutos del final.
Solo entonces, la rabia llevó al Madrid donde no le había llevado el fútbol. Entonces se echó sobre el Celta. El equipo desdentado durante una hora sacó uñas y dientes mientras Xabi Alonso iba llenando el once de delanteros (Rodrygo, Gonzalo). Mbappé estuvo dos veces al borde del gol, pero no puede exigírsele el acierto perpetuo. Él siempre podrá alegar que cumple con su parte.
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Lo cierto es que el equipo fue encadenando ocasiones desde la inferioridad numérica, pero los cabezazos de Tchouameni y Gonzalo no dieron en el blanco. El fin de fiesta lo pusieron la expulsión de Carreras y el segundo gol de Williot. En el Bernabéu cunde el pánico.
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Cambios
Antonio Rüdiger (23′, Éder Militão), Williot Swedberg (45′, Pablo Durán), Rodrygo (53′, Raúl Asencio), Ferran Jutglà (70′, Óscar Mingueza), Javi Rueda (70′, Bryan Zaragoza), Gonzalo García (73′, Arda Güler), Fran Beltrán (83′, Miguel Román), Iago Aspas (87′, Borja Iglesias)
Goles
0-1, 53′: Williot Swedberg, 0-2, 92′: Williot Swedberg
Tarjetas
Arbitro: Alejandro Quintero González
Arbitro VAR: Jorge Figueroa Vázquez, Daniel Jesús Trujillo Suárez
Jude Bellingham (61′,Amarilla), Fran Garcia (62′,Amarilla), Fran Garcia (63′,Roja), Alonso (72′,Amarilla), Moriba Kourouma (82′,Amarilla), Álvaro Carreras (90′,Amarilla), Rodrygo (91′,Amarilla), Federico Valverde (91′,Amarilla), Álvaro Carreras (91′,Roja)




