Los fragmentos del Muro de Berlín dan la vuelta al mundo

El Muro de Berlín era el símbolo más conocido y más temido de la Alemania dividida. Durante más de 28 años, separó Berlín Occidental, en la República Federal de Alemania (RFA), de Berlín Oriental, en la República Democrática Alemana (RDA).
Se comenzó a construir en 1961 por orden de la cúpula comunista de la RDA. Antes, ya unos tres millones de personas habían huido hacia el oeste para escapar de la escasez, la falta de libertad y la vigilancia estatal. El Muro separaba casi todas las rutas de transporte y comunicación entre Berlín Oriental y Occidental; los pasos fronterizos como el “Checkpoint Charlie” eran las pocas excepciones.
Allí se hizo visible toda la crueldad del régimen de la RDA. Al menos 140 personas murieron intentando cruzar la frontera entre 1961 y 1989. Aparte de las 100 personas que intentaban escapar, también guardias fronterizos y transeúntes inocentes perdieron la vida.
Las personas celebran la caída del Muro de Berlín en la Puerta de Brandemburgo, en la noche del 9 al 10 de noviembre de 1989.Imagen: Peter Kneffel/dpa/picture alliance
El Muro de Berlín: primero odiado, luego deseado
Con la caída del régimen comunista en el este de Europa, también cayó el Muro, el 9 de noviembre de 1989, a lo cual siguió la reunificación alemana, casi un año después.
Hoy solo quedan tramos del Muro de Berlín: el más largo es la famosa East Side Gallery, con sus 1,3 km de hormigón pintado. También está el Memorial del Muro de Berlín. Pero, poco después de su caída, los berlineses querían deshacerse del odiado muro de hormigón cuanto antes, y, al mismo tiempo, personas, gobiernos e instituciones de todo el mundo querían conservar un pedazo.
Especialmente en Estados Unidos, donde actualmente hay más segmentos del Muro que en Berlín, según estima la Fundación para la Investigación y Evaluación de la Dictadura Comunista en la RDA (FIEDC).
Un trozo del Muro de Berlín en Reikiavik, Islandia.Imagen: Fanny Heidenreich/Bundesstiftung Aufarbeitung
“Como parte de las potencias vencedoras, Estados Unidos desempeñó naturalmente un papel importante en la división de Alemania”, explica Anna Kaminsky, directora de la fundación. “El Muro fue un tema que casi todos los presidentes estadounidenses abordaron en su política exterior. Fue, por así decirlo, una cuestión emotiva para Estados Unidos, especialmente para los soldados estadounidenses estacionados en Berlín”.
Pero los fragmentos del Muro de Berlín no solo se encuentran dispersos por Estados Unidos, sino por todo el mundo: desde Nueva Zelanda hasta Islandia, desde Indonesia hasta Chile. La FIEDC ha marcado en su mapa 57 países (sin incluir Alemania) donde se encuentra al menos un fragmento. Cada uno tiene su propia historia y se interpreta de manera diferente. En ocasiones, particulares o empresas adquirieron las piedras; en otras, el Gobierno de Alemania o el Senado de Berlín las donaron.
Un memorial y un llamado a la libertad
En Corea del Sur, que se siente unida a la historia alemana por su propia división, hay restos del Muro en seis lugares, entre ellos, en Dorasan, en la frontera con Corea del Norte.
Allí, en la estación ferroviaria, el entonces presidente alemán Joachim Gauck inauguró en 2015, junto con representantes del Gobierno surcoreano, el “Andén de la reunificación”, y un segmento del muro con una placa que reza: “Crear una Corea reunificada y ayudar al mundo a ser más pacífico”. También se inmortalizó aquí una cita de Gauck: “Juntos por una vida en libertad”.
Otro trozo del Muro se halla en Bulgaria, junto al monumento en homenaje a las víctimas del comunismo: “(… ) Un regalo de los berlineses a Sofía, como señal de la Europa reunificada y como prueba de que los búlgaros por fin son libres”, se lee en una placa. Su apariencia es triste, como lo era el Muro. Pero otros pedazos fueron pintados o grafiteados con vivos colores por artistas.
Trozos del Muro de Berlín en el Parque de la Paz de Uijeongbu, Corea del Sur.Imagen: Tobias Dollase/Bundesstiftung Aufarbeitung
Polémica por comercialización del muro
Tras la caída del Muro de Berlín, el entonces Gobierno provisional de la RDA encargó a una empresa estatal la venta de las secciones restantes para obtener beneficios. Esa empresa, a su vez, colaboró con una agencia de Berlín Occidental. Juntos, decidieron pintar los segmentos para aumentar su atractivo y, por ende, su precio de venta.
“Esto provocó una gran indignación en aquel momento: que el Gobierno de la RDA, junto con representantes del partido que había construido el muro, donde tantas personas murieron, ahora también quisiera lucrar con su venta”, afirma Anna Kaminsky. Se suponía que las ganancias se destinarían a organizaciones benéficas, pero empresas privadas también se beneficiaron.
Un análisis crítico de este tema puede observarse en Trondheim, Noruega. Allí, el artista Lars Ø. Ramberg, por encargo de la ciudad, creó una escultura titulada “Realismo Capitalista”. En ella, colocó la palabra “SALE” (“VENTA”) sobre un fragmento del muro. Un símbolo de la mercantilización de la libertad, según la página web de la FIED.
Segmento del Muro de Berlín frente al Museo de Arte Gråmølna, en Noruega, con la palabra “SALE” (“VENTA”). El segmento se encuentra en Trondheim y fue diseñado por Lars Ø. Ramberg.Imagen: Karoline Punke/Bundesstiftung Aufarbeitung
En los últimos diez años, la demanda de fragmentos del Muro ha disminuido drásticamente. “La historia mundial ha evolucionado, la política mundial es diferente”, afirma Anna Kaminsky, de dicha fundación. “El carácter icónico del Muro se ha diluido con el paso de las décadas. Como símbolo, está quedando relegado a un segundo plano”. Para muchos, esto sin duda tiene sus ventajas, porque por muy colorido que sea o por muy bien ubicado que esté, el Muro sigue siendo el símbolo de una dictadura.
(cp/ms)




